lunes, 4 de agosto de 2008

En la ciudad

El Sr. Osaki camina por una céntrica calle peatonal de la ciudad. Hace una tarde espléndida de primavera. De pronto, un grupo de jóvenes salen atropelladamente de un local arrollando a la gente en su carrera. Tres hombres corpulentos corren detrás y atrapan a uno de ellos. Uno de los hombres forcejea con el joven tratando de arrebatarle una chaqueta, mientras los otros le propinan una lluvia de golpes y patadas. El joven, por fin, suelta la prenda, y escapa, corriendo, calle abajo.
En su huida, el joven ha tropezado con una mujer, que ha caído al suelo. El Sr. Osaki la ayuda a levantarse. Le sale algo de sangre del labio inferior, pero la herida es insignificante. El Sr. Osaki le ofrece su pañuelo. La mujer, asustada, está llorando. Tiene unos ojos claros, grandes, que, con las lágrimas, brillan al sol de un modo fascinante. Llega la policía. El gentío se agolpa alrededor y el Sr. Osaki decide irse de allí. Algo más tarde, quisiera recordar cada detalle de la escena, pero, cada vez que lo intenta, regresan a su mente aquellos ojos. Al doblar una esquina, se para y escribe en su cuaderno: “lo hermoso de la vida prevalece”.

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